Narrativo:
“Don Quijote de la Mancha” de Don "Miguel de
Cervantes Saavedra", que nació el 29 de septiembre de 1547 en
Alcalá de Henares (España) y murió el 22 de abril de 1616 en Madrid (España).
“Don Quijote de la Mancha”
(Fragmento)
Capítulo octavo del buen suceso que
el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los
molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación
En esto, descubrieron treinta o
cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los
vio, dijo a su escudero:
–La aventura va guiando nuestras
cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho
Panza, donde se descubrieron treinta, o poco más desaforados gigantes, con
quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos
comenzaremos a enriquecer, que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios
quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.
–Aquellos que allí ves –respondió su
amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
–Mire vuestra merced –respondió
Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de
viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del
viento, hacen andar la piedra del molino.
–Bien parece –respondió don Quijote–
que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes
miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con
ellos en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su
caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba,
advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes,
aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que
ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien
cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:
–Non fuyades, cobardes y viles
criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento,
y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
–Pues aunque mováis más brazos que
los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y diciendo esto, y encomendándose de
todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese,
bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo galope
de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una
lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza
pedazos, llevándose tras sí a caballo y al caballero, que fue rodando muy
maltrecho por el campo.
Acudió Sancho Panza a socorrerle, a
todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue
el golpe que dio con él Rocinante.
[…].
Dramático:
“La Dorotea” de Don "Lope
de Vega", que nació el 25 de noviembre de 1562 en Madrid (España)
y falleció el 27 de agosto de 1635 en Madrid (España)
“La Dorotea” (Fragmento)
A mis soledades voy,/de mis soledades
vengo,/porque para andar conmigo/me bastan mis pensamientos./No sé qué tiene el
aldea/donde vivo y donde muero,/que con venir de mí mismo/no puedo venir más
lejos./Ni estoy bien ni mal conmigo,/más dice mi entendimiento/que un hombre
que todo es alma/está cautivo en su cuerpo./Entiendo lo que me basta/y
solamente no entiendo/cómo se sufre a sí mismo/un ignorante soberbio./De
cuantas cosas me cansan/fácilmente me defiendo,/pero no puedo guardarme/de los
peligros de un necio./Él dirá que yo lo soy,/pero con falso argumento,/que
humildad y necedad/no caben en un sujeto./La diferencia conozco/porque en él y
en mí contemplo/su locura en su arrogancia,/mi humildad en mi desprecio./O sabe
naturaleza/más que supo en este tiempo,/o tantos que naces sabios/es porque lo
dicen ellos./"Sólo sé que no sé nada",/dijo un filósofo haciendo/la
cuenta con su humildad,/adonde lo más es menos./No me precio de entendido,/de
desdichado me precio,/que los que no son dichosos/¿cómo pueden ser discretos?/No
puede durar el mundo,/porque dicen, y lo creo,/que suena a vidrio quebrado/y
que ha de romperse presto./Señales son del juicio/ver que todos le
perdemos,/unos por carta de más,/otros por carta de menos.[…].
(final)
No lloréis, ojuelos,/porque no hay
razón/que llore de celos/quien mata de amor./Si puede matar/no intente morir/si
hace con reír/más que con llorar./Si queréis vengar/lo que muerto habéis,/¿por
qué no tenéis/de mí compasión./No lloréis, ojuelos,/porque no hay razón/que
llore de celos/quien mata de amor.
Lírico:
“Es hielo abrasador” de Don "Francisco
de Quevedo", que nacido un 14 de septiembre de 1580
en Madrid, España y falleció un 8 de septiembre de 1645 en Villanueva de los
Infantes, España
Es hielo abrasador
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su
abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí
mismo!